6 may 2013

SAN MILLÁN DE LA COGOLLA – “Monasterio de Suso”

- CAMINO:
Con lluvia intermitente dejamos Logroño y nos encaminamos a San Millán de la Cogolla para ver los Monasterios de Suso y Yuso, o de arriba y abajo, ambos Patrimonio de la Humanidad. 


Son independientes así que las entradas, aunque ambas se adquieren en el mismo sitio, tuvimos que comprarlas por separado. Pagamos los 3,00 € por persona que cuesta la entrada al “Monasterio de Suso”, que pertenece al estado, y nos dispusimos a esperar el autobús que nos llevaría montaña arriba a nuestra visita al monasterio. 


Una carretera estrecha y sinuosa que el “simpático” conductor del autobús tenía medida al milímetro nos deja en una explanada frente al pequeño y más antiguo “Monasterio de Suso”. 



Se encuentra situado en un entorno lleno de vegetación, un marco incomparable de inusitada belleza, donde toda la gama de verdes rodean la Sierra de la Demanda mezclándose con la bruma.


Fundiéndose con la montaña está el monasterio y lo de fundir lo digo literalmente, ya que el pequeño monasterio está metido en la roca. 


Comenzó como una serie de cuevas distribuidas en dos niveles, donde San Millán, un pastor del S. VI, primer patrón de España, predecesor de Santiago y eremita, fundó una congregación de hombres y mujeres dedicados a la oración que vivían en estas cuevas.
Poco después, entre los S. VI y VII, el cambio de vida eremita a cenobítica hizo que a su alrededor se construyera el monasterio visigodo, con dos ampliaciones posteriores la mozárabe en el S. X y en los S. XII y XIII la románica.
El acceso a la construcción se realiza desde un atrio, denominado portaello, con un bonito suelo de cantos rodados grises y ladrillos rojos formando figuras geométricas y una magnífica galería de arcos que abren sus vistas al valle. 



Las paredes están talladas con figuras por los constructores del templo.




Y en sus laterales se encuentran los sepulcros de los siete infantes de Lara y de las tres reinas de Navarra. La leyenda de los siete infantes de Lara nos lleva al S. X, donde los infantes, hijos del noble Gonzalo Gustioz fueron decapitados en una emboscada pertrechada por Ruy Velázquez en respuesta a la venganza de su esposa Doña Lambra y sus cuerpos llevados a Córdoba ante Almanzor.


Nos acompaña una guía con pinta de estar pasando frío, cansada de su trabajo y sin ganas de transmitir ni un poquito de emoción con su discurso. 


Dentro del monasterio está la iglesia, formada por una sala de estilo mozárabe separada por pilares que sostienen arcos de herradura y bóveda califal. 


Desde aquí tenemos visión de las cuevas que habitaban el santo y su comunidad. En una de ellas está el cenotafio visigodo de San Millán, con representación del santo en escultura yacente de la época románica y eje principal de las peregrinaciones.
El monasterio se completa con otra sala más pequeña correspondiente a la ampliación románica que sufrió el monasterio.
En este pequeño monasterio se sitúa el nacimiento del castellano y el euskera, ya que en él se encontraban las famosas “Glosas Emilianenses”. Un códice escrito en latín en cuyos márgenes, aparecen los primeros escritos conocidos en nuestras actuales lenguas.


La visita ha terminado, no nos dejan hacer fotos en el interior…


Dimos una vuelta alrededor para disfrutar del paisaje y volvimos al autobús con nuestro encantador autobusero que no respondía ni a un hola, para ver el “Monasterio de Yuso”.
Fecha de visita: Noviembre 2012

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